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Cuando nos encontramos en ese oscuro valle de la depresión, el miedo nos invade, no entendemos del todo lo que nos está sucediendo, y la desesperación puede tomar el control. Nos asaltan pensamientos como: ¿Me habrá        abandonado Dios?, ¿Habré cometido algún pecado?’, ¿Estoy poseído por espíritus del sufrimiento?, ¿Estoy volviéndome loco?’, ¿Recuperaré mi salud mental?’, ¿Podré soportar este dolor emocional?’, ¿Dios todavía me ama?’, ¿Soy una carga para los demás?’ y, ¿Qué pasa si ya no hay esperanza?’.Y entonces, nos preguntamos: ¿Qué me está sucediendo?

Llega un punto en que deseamos estar solos, evitamos a los demás; simplemente queremos dormir. Luego, en breves momentos, tenemos la esperanza de que todo volverá a estar bien, pero esta sensación dura poco. Lloramos sin  comprender por qué, sentimos miedo de salir y enfrentar la vida, y  que nuestra energía se disipa lentamente.

Pero quiero que sepas que Dios me sacó adelante y ahora me encuentro en un buen estado. No solo deseo compartir mi historia contigo, sino que también estoy aquí para que entiendas que no estás solo en esto. Millones de personas están experimentando situaciones similares. Además, quiero brindarte las herramientas y el apoyo necesarios para  superar este difícil momento y, al igual que yo, puedas ayudar a otros que han sufrido de la misma manera.