Dios bendiga tu vida.
Dios bendiga tu vida.
La gran proposición del ministro debe ser la que Josué adopta ante todo el pueblo: “Mi casa y yo, serviremos a Jehová”, Josué 24:15.
Servir a Dios implica ministrarle a él en oración y alabanza, en la meditación de la palabra y el deseo fuerte de hacer su voluntad. La familia del pastor debe unirse y practicar el altar familiar, la vida del hogar debe girar en torno a la voluntad del Señor, la palabra de Dios debe prevalecer por encima de todas las cosas y es nuestra responsabilidad proveer al hogar de un ambiente sano espiritualmente donde el Señor es glorificado en todas las cosas, Salmo 1, Deuteronomio 6:1-9, Proverbios 3:1-8, 4:1-7, 6:20-23.
I. Esposa
En el orden de prioridades para una vida de éxito en el ministerio, la esposa ocupa un lugar muy importante en nuestro andar diario. Si descuidamos nuestra relación con ella, la dejamos a un lado, no le brindamos la atención que necesita, no le respaldamos en sus responsabilidades para con los hijos, ni le fortalecemos espiritualmente; aunque nuestro trabajo con la iglesia sea bueno; nuestro ministerio estará seriamente debilitado.
San Pablo mismo señala lo importante de una buena relación con la esposa, 2 Timoteo 2:19-26, Tito 1:5-6.
Cuando se habla de tratar a la mujer como a vaso frágil y amarla como Cristo amó a la iglesia, Efesios 5:25-32, el apóstol se dirige a los miembros de la congregación y con más razón a sus dirigentes, los cuales tenemos que ser ejemplo en todo aquello que Dios espera de su iglesia.
Las iglesias deben aprender a valorar a la esposa del Pastor. Ella carga con un hombre lleno de preocupaciones por un rebaño al cual el Señor le ha encargado como si fueran sus propios hijos. Cada miembro es alguien por el cual hay que dar cuenta; nuestra preocupación no es solamente la salvación de cada uno, es también su realización plena en toda área: el hogar, el cónyuge, la economía, la relación con Dios y el servicio en la obra.
El buen pastor se encuentra desvelado no una, sino muchas noches y en sus tiempos libres, (que se si se debate es difícil saber si puede existir un día en el cual realmente el Pastor pueda tomarlo como libre), pasará momentos de preocupación por alguna de sus ovejas.
Quien tiene que enfrentar ese hombre a veces cargado, con algunos problemas, con el descontento de no sentirse apoyado por una junta de negocios que a veces es más que un obstáculo para desarrollar lo que el Señor desea, es la esposa. Esa mujer a su lado, que queriendo contar con un Pastor para ella también, se encuentra a veces sola, incomprendida y hasta señalada por quienes no entienden la gran responsabilidad que posee.
Una iglesia madura y lista para crecer, no solo ama a su pastor y lo apoya, también reconoce a su esposa, ora por ella y le reconoce como la persona que cuida a ese hombre que tanto les ama y que ha recibido de Dios la comisión de velar por sus almas.
II. Hijos
Los hijos de pastores son tan naturales y humanos como los demás muchachos de la congregación, sin embargo, la iglesia demanda de ellos un comportamiento diferente. Es importante que la grey sepa que ellos son iguales a los demás, expuestos a las mismas cosas y llamados a la obediencia de la misma forma que los demás muchachos.
Ellos no deben tomar el evangelio como una carga pesada, como algo cruel en lo cual son vigilados y se les demanda más allá de sus posibilidades. Tampoco es aconsejable que el pastor lleve los problemas de la congregación a su casa, pues tarde o temprano, aquellos muchachos que han crecido en un hogar donde su padre es el pastor de la iglesia; mirarán el cristianismo con frustración y desánimo.
Los hijos del pastor deben disfrutar el evangelio, sentir el ministerio de su padre como un honor dado por Dios, - así lo tomaba el apóstol San Pablo-, 1 Timoteo 1:12-14; - Pedro mismo enseña que seremos recompensados por Dios a causa de nuestra labor, 1 Pedro 5:1-5, a tal forma que ellos mismos se sientan comprometidos a trabajar por la obra y guardar sus vidas en rectitud.
Una de las grandes bendiciones es ser usado para la predicación del evangelio.
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